Llevo varios días sin escribir, absorvido por el tedio y por el sin fin de acontecimientos que me rodean y que de una u otra manera su influencia, en cuanto al cincunsancial momento que estoy viviendo.
En la pequeña República donde actualmente pervivo, a pesar de mis esfuerzos por ser tan solo observador, con frecuencia, las circunstancias me traicionan y me convierten en forzoso protagonista.
Cuando escribo estas lineas, el día hace poco que se ha asomado y la primavera ya es un hecho, sin que por ello, el tiempo se digne a acompañarla en tan magno acontecimiento para que se nos presente en su plenitud.
La estancia cuadrangular, hasta hace tiempo repleta de gentes y de voces destempladas, algunas de ellas llenas de ira, poco a poco se va quedando vacía, recobrando por consiguiente sus serenos silencios. Es una situación que a mi me gusta, en este estado es cuando mas me siento yo mismo; pienso, vivo, sueño y rememoro momentos vividos y que ya no volverán.
En estos pasados días, de aquí lo apesadumbrado de las lineas de este improvisado cúmulo de impresiones, he sido protagonista de dos incidentes, de la misma manera que narro al iniciar este escrito del día; un enfrentamiento con un componente del enjambre humano en el que estoy inmerso. Un ser inadaptado que esta en guerra permanente con el mundo y consigo mismo, y que todo lo que le rodea o se mueve le da pie para aderezar y al mismo tiempo enrarecer el lugar donde me encuentro con una ristra de palabras malsonantes, amenazantes e insultos que apenas tienen eco, pero a mí me incomodan.
A mi lo que verdaderamente me hace daño es la incomprensión y el silencio de los demás ante mis preguntas o ante mis silencios, que si se producen, pongo a Dios por testigo, tengo absoluta necesidad de las respuestas puesto que soy un hombre que siempre tiene necesidad de su afirmación.
Se que me está saliendo a borbotones mi vena filosófica, que es más bien un tema propicio para un diario intimo, pero así me ha salido y no seria honrado que lo cambiara por otro más bonito y comprensible. En fin, esperemos que otro día escriba con otro talante y con otras palabras y conceptos más asequibles a la sensibilidad de las gentes que me rodean...
Soy un hombre bohemio,
un cantor de romanzas,
que en mis tristes andanzas
conseguí solo un premio:
Recuerdos y Esperanzas.
Virgen Santa del Camino,
De los navarros patrona,
guia el incierto destino
de este humilde peregrino,
que tus bondades pregona.
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