miércoles, 14 de marzo de 2007

Presentación del libro: "Solo luna. Treinta cartas a una dama sin hogar"


En el Día Internacional de los Derechos de la Mujer, no está de más “volver la vista hacia todas aquellas mujeres que ni siquiera tienen la posibilidad de acceder al mercado laboral y caminan por nuestra ciudad con el estigma, a cuestas, de ser una dama sin hogar”. Con estas palabras, la periodista y escritora Mónica Sánchez resume el objetivo y el contenido de su libro “Sólo luna. Treinta cartas a una dama sin hogar”, editado por la Obra Social de Caja Madrid y la Fundación RAIS y que se ha presentado el jueves 8 de marzo en La Casa Encendida.
La autora ha compartido durante meses experiencias con China, una mujer que ha vivido en las calles de Madrid más de quince años. A través suyo, ha conocido también a otras mujeres que le han explicando “los dolores y grietas de todas aquellas damas que han hecho de la calle su último refugio”. El volumen recoge una treintena de cartas de la escritora a China en las que rememora momentos vividos en común y le plantea, con la sociedad en general como telón de fondo, reflexiones, dudas, posibilidades de cambio y vías de prevención.
El volumen está ilustrado, además, por mujeres que han vivido en situación de exclusión y muestran su particular visión sobre qué significa para una mujer vivir despojada de la identidad que se les exige en nuestra sociedad: ser generadora de hogar. “Mi vida es un continuo renacer. Está llena de muertos y desaparecidos. Efímera. No hay testigos ni testimonios”, afirma una de estas mujeres. Este libro quiere ser testigo y testimonio de ello. Para que ningún ser humano caiga en el olvido.
Cifras y causas
Las cifras de personas sin hogar van aumentando cada año, produciéndose un incremento relativo continuado del número de mujeres. Según los datos de la última Encuesta sobre Personas sin Hogar (2005) realizada por el Instituto Nacional de Estadística, de un total de 21.900 personas sin hogar, el 17,3% son mujeres, frente al 82,7% de varones.
Estos datos no reflejan, además, la magnitud total del problema, ya que se refieren estrictamente a las mujeres que han accedido a algún recurso específico para personas sin hogar (albergues, comedores de servicios sociales, etc.). Quedan fuera de este porcentaje, por tanto, las mujeres que duermen en la calle y no solicitan recurso alguno.
Las causas de este fenómeno responden a situaciones cada vez más frecuentes en nuestra sociedad: los malos tratos, las dificultades de la mujer para acceder a un puesto de trabajo y, cada vez más, el hecho de que las mujeres pasen a ser cabeza de las familias monoparentales al enfrentarse a separaciones y divorcios. Así, de las 314.700 familias monoparentales que hay en España, el 87,77% las constituyen mujeres
La feminización de la pobreza se ha convertido, de hecho, en un factor de alto riesgo para desembocar en una situación de exclusión social, ya que la mujer sufre una mayor incidencia de la pobreza que el hombre y su pobreza es más severa que la de aquel.
Perfil y perspectivas
El perfil sociodemográfico de una persona sin hogar en los países enriquecidos está cambiando. Tradicionalmente, se correspondía con el de un varón de mediana edad, soltero, que recorría el país buscando trabajo o, en su defecto, “buscándose la vida” y subsistiendo a través de las posibilidades asistenciales que ofrecía cada ciudad. Desde hace unos años se detectan nuevos perfiles: mujeres, inmigrantes, jóvenes con problemas familiares, entre otros.
La realidad de las mujeres sin hogar es desalentadora: grandes carencias de afecto, mujeres que no conocen lo que es vivir con agua corriente, mujeres enfermas, con enfermedades mentales, etc. Son mujeres que se sienten olvidadas y se encuentran en una espiral que las expulsa una y otra vez de la sociedad.
Hasta fechas muy recientes, la mujer sin hogar era prácticamente invisible, salvo algunos casos concretos como mujeres aquejadas por severas enfermedades mentales o con grandes adicciones. Por otra parte, escasean recursos adecuados a sus necesidades y formas de acompañamiento que, realmente, les impulsen a salir de esta situación. La diversidad y variedad de factores que inciden sobre la persona sin hogar obliga a la creación de recursos muy individualizados, duraderos y flexibles.
En cuanto a las perspectivas, “estas mujeres verbalizan deseos, ilusiones que, muchas veces, ellas mismas saben que no van a llegar a conseguir. De alguna manera, son conscientes de todos los obstáculos que deben superar para dejar de estar en la calle”, explica la autora, Mónica Sánchez.

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