miércoles, 11 de julio de 2007

EL SAMUR SOCIAL "RESCATA" A 172 MENORES QUE EJERCÍAN LA MENDICIDAD

Están en los albores de sus vidas, pero ya conocen las tinieblas de la calle. Durante 2006, el Samur Social recibió 172 denuncias que alertaban sobre la presencia de menores que ejercían la mendicidad en la ciudad de Madrid.
Todos esos jóvenes, con edades comprendidas entre los 10 y los 16 años, son de nacionalidad rumana y se dedicaban a pedir solos. En la mayoría de los casos, el Servicio de Atención Municipal a las Emergencias Sociales y a las Personas sin Hogar localizó a los familiares de estos menores, a los que prestó orientación y ayuda. Sin embargo, cerca del 30% de los afectados han sido trasladados a los centros de acogida de la Comunidad de Madrid.
La estadística forma parte del balance de actividades ofrecido por el Samur Social, que el año pasado registró 50.053 llamadas de urgencias. Los datos muestran que las intervenciones relacionadas con las personas sin hogar (39%), representan la principal tarea que deben abordar los 146 profesionales que conforman la plantilla de este servicio.
Teresa, operadora del centro de comunicaciones del Samur Social, destaca que cada día deben enfrentar y brindarle solución a los problemas más variados. «Atendemos desde una mujer de 80 años que está desorientada en una línea de autobús, hasta un incendio, niños con maltratos o un turista extranjero al que le han robado su documentación y su dinero».
La delegada de Familia y Servicios Sociales del Ayuntamiento, Concepción Dancausa, explica que su objetivo es garantizar los derechos de los ciudadanos excluidos y anuncia que, para cumplir esa meta, sumarán 10 nuevos equipos de trabajo al Samur Social.
Trabajo duro
Un estudio emprendido por el Ayuntamiento de Madrid en diciembre de 2006 concluyó que alrededor de 1.500 individuos sufren esta situación. De ese total, 600 estaban al margen de la red de servicios sociales.
Con el fin de tratar de reinsertar a estos ciudadanos, el Samur Social ha activado 8 unidades móviles y 10 equipos de calle que recorren la ciudad buscando «hacer visibles» a quienes se hunden en la oscuridad del hambre y el abandono.
«El primer paso de acercamiento es el más complicado», afirma Carlos, quien lleva año y medio en esta lucha por recuperar vidas. Admite que, a veces, el uniforme que lo identifica como miembro del Samur Social espanta a sus eventuales beneficiarios. «Son individuos que están aislados, pero poco a poco entras en sus vidas y creas un vínculo de confianza con ellos», asegura.
La experiencia de los profesionales ha redefinido conceptos. «El perfil del sin hogar ha cambiado. Muchos tienen entre 22 y 40 años, ahora hay más mujeres y gente con estudios universitarios en esa condición», admite Carlos. En la capital se ubican en los distritos de Centro, Chamberí, Salamanca y Moncloa.
Los integrantes del Samur Social encaran el reto de socorrer a personas sumergidas en distintas adicciones o que padecen serios trastornos mentales. «Este trabajo es muy frustrante, pero cuando un caso sale adelante es muy reconfortante», confiesa Carlos.
Un pequeño hogar
El esfuerzo no es en vano y la recompensa se refleja en la sonrisa de María, quien echada sobre una manta en la Plaza del Carmen da una calurosa bienvenida a los integrantes del Samur Social. Carmen, madre de 9 niños, sueña con un piso propio pero, por lo pronto, podrá contar con una pensión no contributiva gracias al reconocimiento de su minusvalía.
En la Puerta del Sol, «Goyo» saluda con efusividad a los trabajadores sociales y les ruega que auxilien a «El catalán», su amigo, que «se ha vuelto loco, ve culebras por todas partes y ya tengo cuatro días sin verlo».
En los centros de baja exigencia, como el que se encuentra en la carrera de San Jerónimo, 35 personas sin hogar consiguen un lugar limpio para lavar sus ropas, asearse, comer, ver televisión y arroparse con una manta. Para los ojos de cualquier extraño, estas austeras instalaciones son un simple refugio, mas para sus usuarios son un verdadero hogar.

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